El síndrome de abstinencia es el conjunto de síntomas que experimenta un dependiente emocional cuando rompe una relación. Estos síntomas son de naturaleza ansioso-depresiva y varían entre los siguientes: nerviosismo, obsesividad con la relación, culpa por la ruptura, recuerdos continuos de los buenos momentos, tristeza,  sentimiento de desapego por la vida, falta de capacidad para disfrutar, dificultades de concentración, molestias físicas de diversa índole, deseos continuos de llamar o reanudar el contacto con la ex pareja, etc.
 

Se necesita ayuda profesional en estas situaciones, pero hay diferentes pautas que son interesantes de conocer. La primera de ellas es el "contacto cero" con la ex pareja. El “contacto cero” supone, como su propio nombre indica, no tener contacto alguno con la ex pareja después de que se haya producido la ruptura. Ya sabemos que el síndrome de abstinencia y lo que hay detrás, que es la necesidad  afectiva, va a empujar precisamente hacia el lado opuesto, como es el de propiciar cualquier tipo de conversación con la ex pareja para no perderla de vista e incluso, si es posible, optar a una reanudación de la relación; por lo tanto, el “contacto cero” es la pauta fundamental y también la de más difícil cumplimiento, porque precisa de una convicción y una actitud muy fuertes.

En este sentido, la falta de convencimiento de que la ruptura es lo mejor que podía pasar, el único camino válido, es una de las claves para la escasa actitud de lucha que impide en muchas ocasiones la realización de esta pauta, sin perjuicio de la fragilidad propia que impone la necesidad afectiva. Es decir, por mucha predisposición favorable que se adquiera, si uno duda de si la ruptura ha sido lo mejor, va a perder mucha fuerza porque no estará totalmente seguro de lo que hace, ya que pautas como la del “contacto cero” suponen una distancia  activa de la ex pareja. Potenciar este convencimiento es, entonces , crucial para una superación exitosa de esta situación traumática.

Además, una actitud de lucha activa contra el sufrimiento producido por la necesidad afectiva es fundamental para que el individuo adopte una postura de fortaleza, incompatible con la de fragilidad que está generando el sufrimiento, la negatividad. En mi experiencia, luchar y plantar cara a la situación es lo más importante para superar el síndrome de abstinencia, aunque para esto es fundamental la ayuda profesional.

Las dos pautas mencionadas son las más importantes, pero existen otras accesorias que realizan  también su aportación para pasar este duro trance:


-    Pensar en el síndrome como algo transitorio: el síndrome de abstinencia dura un tiempo determinado, no se queda instalado de por vida aunque a veces el dependiente piense así. Lo normal es que no dure más de dos o tres meses, siendo el primero el más duro con diferencia; es más, dentro incluso de ese mes, las dos primeras semanas son las más angustiosas, teniendo progresivamente más momentos de respiro o distracción con el tiempo. A partir de la segunda o tercera semana, lo más frecuente es que existan “picos” o cambios de ánimo en los que el sujeto se encuentre bien una mañana, por ejemplo, y por la tarde vuelva a experimentar ansiedad, malestar o decaimiento.

-    Distracción: ocupar la mente en otras cuestiones es positivo, porque debilita menos al sujeto forzándolo a prestar atención en su vida cotidiana o en cualquier otra circunstancia. Además, la distracción es positiva porque contribuye a “pasar página”. Dentro de esta distracción, que tampoco debe suponer un frenesí de idas y venidas, cabe la propiamente social como salir con amigos o apuntarse a cursos, o alguna más individual como hacer deporte o centrarse más en el trabajo.

-    Nueva vida: dentro de esta “nueva vida” es interesante que la persona retome actividades o aficiones que había olvidado por falta de tiempo o por centrarse en exceso en sus parejas, así como amistades con las que no se ha producido el suficiente contacto; de la misma forma, también es válido que se rompa por completo con el pasado y se inicien nuevos proyectos, nuevas aficiones más o menos ambiciosas en las que se vaya construyendo algo distinto, algo que le haga pensar al dependiente que, por una vez, es el centro de su trayectoria, y no la relación de pareja.

-    Escribirse una carta: en los peores momentos, el dependiente puede perder la lucidez y los buenos propósitos que ha mostrado en otras circunstancias, porque el síndrome de abstinencia es capaz de desestabilizar de una forma muy sustancial. En estas situaciones, contar con una “posición de referencia” en la que se recuerden dichos buenos propósitos, se insista en el camino a seguir y en la nueva vida que se pretende comenzar libre de la necesidad afectiva, o se rememore cómo era realmente la relación que se ha terminado recurriendo a la objetividad es extremadamente útil.

En este sentido, sería positivo que el individuo, en un buen momento de ánimo y lucidez, se escribiera dicha carta dirigida a él mismo en una situación de mayor vulnerabilidad. Ni que decir tiene que vale cualquier procedimiento como una grabación de voz o de imagen, lo que importa es que sea el propio individuo el que se dirija a sí mismo porque esto le resultará más convincente.

-    Desidealización: una de las manipulaciones más habituales de la necesidad afectiva durante el síndrome de abstinencia es la idealización de la ex pareja y de la relación que se mantenía con ella. Donde antes había menosprecios, desaires, humillaciones o infidelidades, ahora se recuerda a un individuo gentil, preocupado o empático a más no poder. Esto es fácilmente manipulable porque en el tiempo de relación seguro que se habrán producido hechos puntuales en los que el comportamiento de la ex pareja haya sido positivo; entonces, se extraen dichas situaciones y se elevan a la categoría de habituales o representativas tanto de la ex pareja como de la relación que se tenía con ella.

Para evitar esta tergiversación de la realidad, nada mejor que recurrir a fotos de viajes, mensajes de texto o correos electrónicos guardados, recuerdos de situaciones en las que se ha pasado muy mal, etc. Hace falta erradicar las manipulaciones de la necesidad afectiva que tenderán a dulcificarlo todo, y para ello es preciso ser objetivo y recordar esas circunstancias y cómo se sentía el sujeto cuando se producían. Dar rienda suelta a la idealización del pasado va restando convencimiento en la ruptura y va debilitando al individuo, con el riesgo que esto supone de que vuelva a sucumbir a su necesidad afectiva.

-    Ejercicio físico: dentro de la recomendación de tener actividad y distracciones, destaca el ejercicio físico por encima de todas porque es una manera muy eficaz de focalizar la atención en algo muy distinto a la ruptura. Además, incrementa la satisfacción del sujeto consigo mismo y mejora la disposición a la lucha activa que es parte fundamental de una gestión adecuada del síndrome de abstinencia.

-    Plan de emergencia: para personas que se encuentren en una desesperación muy grande y que padezcan tentaciones cada vez más fuertes de llamar a la ex pareja, es interesante que se diseñen una especie de “plan de emergencia” en el que tengan claro cómo deben actuar. Por ejemplo, en dicho plan pueden tener previamente establecido a quién deben llamar para atenuar su malestar (el primero sería el terapeuta en caso de que se encuentren en tratamiento psicológico), qué cosas habría que realizar como leer la auto-carta antes mencionada o salir a la calle a pasear, o al gimnasio a hacer ejercicio, etc. Es indiferente lo que se haga, lo que importa es que el sujeto tenga algo planificado para que no se deje llevar por la improvisación, porque no dispondrá de la lucidez necesaria y fácilmente hará cosas de las que luego se arrepentirá.

-    Un clavo no quita a otro clavo: cambiar de pareja sólo hace que profundizar en el problema que no era realmente la persona que se ha dejado, sino la propia necesidad afectiva que no tiene inconveniente alguno en dirigirse a otro objetivo, incluso sin que haya la menor atracción, como sucede en las “relaciones de transición” que a menudo se producen en este problema.



 Fuente: "Cómo superar la dependencia emocional" J. Castelló Blasco. Editorial Corona Borealis, 2012.

 

VOLVER A INICIO